Hay días en los que tengo ganas de mandarlo todo a la mierda, en los que no me apetece hablar con nadie, en los que aunque haga un sol enorme, a mi me parece que está cayendo la tormenta del siglo, incluso hay días, en los que no me levantaría de la cama. Pero entonces, llega ella. Y me recuerda, que cuando mande todo a la mierda, ella seguirá ahí, que cuando no quiera hablar con nadie, se quedará conmigo en silencio, que si hay tormenta, ella será mi paraguas, y que si no me quiero levantar de la cama, se quedará conmigo hasta que lo haga.
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